Existe una paradoja en el mundo del mercadeo actual, las empresas están conectándose a las redes sociales, imaginando que con esto serán capaces de encontrar a los “prosumidores” (consumidores proactivos) que conforman los mercados de hoy, pero en vez de facilitarles la vida se la están complicando.
Para hablar un nuevo idioma hace falta más que comprarse un diccionario, y para entrar en el mundo de la comunicación hace falta saber escuchar.
La mayoría de las empresas han sufrido desde siempre, el hecho de no tener “oídos” y no tener mecanismos para escuchar a su mercado y poder empatizar con él. Una empresa sorda que abre una cuenta de twitter, no se cura mágicamente de su sordera, más bien crea una nueva forma de comprobar que sufre de ella.
Cuando me llaman para conversar sobre comunicación digital estratégica, veo con mucha frecuencia que las organizaciones pretenden usar el mundo digital, y la redes sociales como una prótesis que supla su problema fundamental de comunicación.
Aprender a escuchar es tanto una técnica como una forma de ver el mundo, implica no creerse poseedor de la verdad absoluta, y estar en capacidad de recibir sin prejuicios , aquello que nos están diciendo. Pero ojo hace falta más que ser un mero “escucha pasivo”, se debe tener la capacidad de articular todo eso que nos llega, por medio de este ejercicio y usarlo de forma productiva, se requiere pues ejercer la “escucha activa”.
“La escucha activa” es un ejercicio que requiere la capacidad de hacer silencio, dejar los egos a un lado y comprender lo que las personas, los mercados, el medio y los ecosistemas, están tratando de decirnos con cada cosa que hacen. Necesita además organizar los datos que se adquieren, en cadenas de información y luego con ellas crear conocimiento nuevo.
Cuando una organización “habla” y lo hace con base en lo que le han estado “diciendo”, genera un esquema “dialogante”, en donde aquellos que “hablaron” primero reciben una respuesta coherente, que los impulsa a seguir comunicándose. Dejar de ser organizaciones “monologantes”, muestra un respeto real por los interlocutores, y abre un compás a nuevas oportunidades.
Les recuerdo aquí que la base de cualquier nuevo producto o servicio ( startup) ,es conocer un problema o “dolor” para solucionar, es mucho más sencillo permitir que los mercados nos “cuenten” sus problemas, y la mejor forma de hacerlo es callarse y aprender a escuchar. Es un ejercicio difícil para el ego, pero creanme que los resultados bien lo valen.