Cuando uno dice que algo es "incidental" se refiere al hecho de que ocurre sin planearlo. Antes de comenzar este periodo de "cuarentena" me había propuesto revisar las plantas que existían en mi casa.
La verdad es que mas que plantas, eran las malezas que se habían tomado las macetas y una que otra planta sobreviviente.
Un fin de semana antes que comenzaran los confinamientos, cuando algo así era una idea lejana para todos nosotros, decidí ver con que contábamos en "el jardín" que languidecía por años en el frente del apartamento. Muchas veces había conversado con mi esposa sobre el tema, ella incluso había comprado semillas en sus viajes con la idea de llevarlo a cabo.
Lo primero que aprendí fue la importancia de empezar, uno se la pasa diciendo que va a comenzar pero nunca lo hace. Cuando moví las macetas y revise el estado de cada planta, me di cuenta que las cosas estaban peor de lo que había pensado, pero también me di cuenta que lo que estaba haciendo, debía de haberlo comenzado antes.
Luego me enfrenté al problema de la cuarentena, no tenía acceso a tierra o materiales...pero descubrí que casi todo lo que necesitaba ya estaba allí. En diciembre Alexandra había comprado unas macetas e incluso unas herramientas de jardinería (aun sin sacar de la caja desde hacía meses) en fin cuando uno quiere hacer las cosas, los medios aparecen.
La verdad es que yo algunas cosas sabía sobre sembrar, las que le aprendí a mi madre cuando era pequeño, a don José María en la biblioteca piloto cuando hice mi trabajo social en el colegio, y a mi maestro de artes marciales (lo básico para sembrar un bonsái), pero nunca me había propuesto crear un verdadero jardín. Entonces descubrí la importancia del conocimiento colectivo. Hoy existe una red de personas que comparten sus experiencias, tanto en las redes como en portales y blogs, pude darme cuenta que no estamos solos y que somos tan inteligentes como las comunidades que nos apoyan.
Entre lo que yo recordaba y la información disponible comencé, aunque las cosas no salen siempre como uno lee o como a uno le aconsejan, es importante vivir el proceso.
Solo cuando uno mete las manos en la tierra, prepara las semillas, sufre cuando las plantas se mueren o cuando una oruga se las come, dejar de ser "un sabio de revista" y empieza a vivir el conocimiento. Entendí que solo se aprende de verdad, aquello a lo que uno es capaz de invertirle parte de su vida.
Un día me di cuenta que esas plantas ya no eran seres imaginarios, ahora eran parte de mi realidad; había creado una relación con ellas, debía dedicarles tiempo, estar pendiente. Aprendí que la única forma de lograr que un proyecto funcione en el largo plazo, es estar dispuesto a generar una relación cotidiana con él.
Un día tomé una foto de las plantas y descubrí que eran un jardín, que se veían bien y que creaban un ambiente fantástico.
Yo había creado un álbum de fotos en mi Facebook, donde iba documentando los cambios. Me sorprendí con los comentarios de muchas personas sobre el jardín, algunas me decían que yo tenía la "mano verde" para las plantas, como si el jardín hubiese brotado mágicamente. Entendí que si uno desea que algo brote, crezca y sea bello, debe tener constancia y estar dispuesto a dedicar su tiempo, mucho esfuerzo y recursos para lograrlo. Es posible que algunos vean "suerte" o "magia", pero uno sabe que es dedicación, voluntad y paciencia.
La enseñanza más reciente la obtuve al regalar algunas plantas a personas cercanas, descubrí que el poder compartir lo que aprendí y el fruto de mi trabajo, era algo altamente gratificante. Entendí pues que la mejor forma de disfrutar algo, es compartiéndolo. Ahora estoy haciendo macetitas con plantitas, para que otras personas puedan experimentar la felicidad que siento yo.
Compartir es la mejor forma de expresar la gratitud por haber vivido todo el proceso.
Creo que aun estoy lejos de terminar el aprendizaje que me puede brindar esta experiencia. Lo que sí tengo claro es que mi "jardín incidental" es también un "laboratorio" y que lo que he aprendido en él, puedo llevarlo a otras áreas de mi vida.
"Sembrar, cuidar, aprender y compartir", me parece un buen ciclo para replicar.
Prometo compartirles mis aprendizajes futuros.