La riqueza se crea pensando. Para nuestros países puede ser complicado este concepto, estamos acostumbrados a pensar en la riqueza como algo que obtenemos de extraer, sembrar o comprar y vender bienes. Es claro que aquellos países que crean las cosas, son quienes generan la riqueza.

Pensar y crear son caras de una misma moneda. La matemática y la poesía están hechas de lo mismo, ambas son creaciones intelectuales. Luego de intentar promover la ciencia y la tecnología durante mucho tiempo, en el año 2014 tomamos una decisión, usaríamos el lazo que une la ciencia con las artes y la cultura.

Sabíamos que el concepto de las “industrias creativas y culturales” ya tenía años de estarse estudiando, creo que la primera referencia que encontramos fue de Theodor Adorno en 1949.

El tema había sido manejado por sociólogos, antropólogos, especialistas en cultura y algunos profesionales de otras disciplinas, pero la mayoría del material que encontramos se centraba en el valor simbólico de las mismas. Estábamos claros que queríamos atraer a los “no creyentes” a la discusión. En octubre del 2013 habíamos visto el lanzamiento por parte del BID del libro “La economía naranja, una oportunidad infinita” , el cual es una revisión desde el punto de vista econométrico de las industrias creativas y culturales. Nos dimos cuenta que esa visión podría ser más cercana para aquellos que manejan presupuestos y hojas de excel, justamente los “no creyentes” a los que queríamos llegar.

A principios del 2014 lanzamos el proyecto Open Arts, el cual buscaba articular a los actores del ecosistema creativo y cultural del país. Siempre que se quiere generar un cambio en un ecosistema, se necesita alguien que “genere olas” y mueva las cosas. Open Arts se lanzó con un manifiesto  con los siguientes puntos :

  1. La cultura es el software de la sociedad, necesitamos un “upgrade”.
  2. La cultura necesita del esfuerzo y la unión de todos los interesados en ella.
  3. El ser humano necesita de la cultura para ser feliz.
  4. La cultura y la educación son derechos fundamentales del ser humano.
  5. Quienes trabajamos en las industrias creativas y culturales , tenemos derecho a una vida económica digna.

Cada punto habla de una dimensión del tema,  por ejemplo el 4 habla de los “derechos culturales”, el 2 del “concepto de cluster” y el 5 justamente habla de la dimensión económica de las industrias creativas y culturales.

El primer post donde colocamos el hashtag #PanamaNaranja fue justamente en uno donde se puede leer el punto 3 del manifiesto, el 3 de septiembre del 2014.

Comenzamos pues un proceso que incluyó la primera incubación de emprendedores creativos y culturales en el país llamado #CulturaNaranja en marzo del 2015, el primer mercado de creadores locales el 26 de mayo de ese mismo año, la primera reunión de empresarios y emprendedores naranja el 26 de septiembre también del 2015, la primera reunión con el BID sobre este tema y tal vez el punto más importante, la primera invitación para hablar sobre el tema en los desayunos económicos del ministerio de economía y finanzas a gestor cultural.

Ese 24 de octubre del 2016, comenzó una cadena de acontecimientos, que aceleraron al ecosistema.

En cada estudio que se realizó desde el 2014, Open Arts siempre ha aportado todos los datos y conocimientos que ha recabado. Sabemos de la importancia de apoyar la generación del cluster naranja local. Creamos incluso un sitio web para organizar todo lo que se generaba sobre el tema panamanaranja.com , además de crear todo un núcleo de iniciativas que se articulan desde allí.

Sabemos que el 2022 será un año clave para la recuperación mundial. Entendemos la importancia que tendrán la cultura, la ciencia y el talento para superar los retos que tenemos enfrente.

Ya son pues siete años del Open Arts y el proceso “Panama Naranja”,  cuando comenzamos no teníamos interlocutores, ahora surgen iniciativas por todo lado, existe un ministerio que tiene una dirección relacionada con el tema...en fin, tenemos un coro de voces y puntos de vista, que hacen valioso el proceso.