Hace algunos días me invitaron a un concierto, no tenía mucha información sobre los artistas.
Sabía que era un grupo coral y que la obra principal sería la “Misa de Coronación de Wolfgang Amadeus Mozart KV 317”.

Con esos antecedentes, tenían que ser buenos artistas. No cualquiera acomete una obra de ese calibre en público, si no está seguro de lo que va a hacer.

Luego al llegar a la iglesia de San José, me enteré que eran jóvenes de todos los barrios de la ciudad, que hacían parte de la red juvenil de orquestas del ministerio de cultura y lo más dramático, que habían estado trabajando el aprendizaje del canto y el montaje de las obras que íbamos a escuchar “por internet”...que tal!!!.

El reto fue enorme. Estos chicos y sus maestros y maestras tuvieron que adaptarse a las limitaciones que la pandemia les impuso. Usaron las herramientas tecnológicas que tenían a la mano e hicieron algo que parecía imposible.

Cuando en el año 1998 yo trabajaba en el diseño e implementación de la infraestructura de conectividad, de varios proveedores de servicio de internet en el país, nunca me pude imaginar el uso que le darían.

Mucho se habla de la necesidad de cambiar la educación, de la urgencia de modernizar el agro, de la importancia de mover los procesos de descentralización, de lo apremiante de extender la medicina a todos los rincones del país. Ese día escuchando la excelencia del coro, entendí que aunque es cierto que tener más herramientas nunca sobra, lo clave es tener la voluntad, la pasión, la decisión de la entidad estatal responsable y sobre todo, el compromiso total por parte de las personas que están involucradas para lograr los objetivos.

Ese día frente a mis ojos, estaba comprobando que sí se puede.

Necesitamos más maestros y maestras como las de estos chicos, los necesitamos en todas partes.

Necesitamos más instituciones comprometidas a lograr la diferencia, debemos ser capaces de encontrar a los jóvenes que desean ser parte de estos procesos.

El talento de la juventud, tiene que poderse conectar con la pasión de los maestros, sea para crear emprendimientos, actualizar la educación, participar en el desarrollo de sus comunidades, encontrar nuevas visiones de país...en fin, todas esas tareas que tenemos atrasadas como sociedad y que siempre pensamos que son imposibles de lograr.

Ese día en esa iglesia, ese coro del ministerio de cultura, me hizo entender que tenemos las herramientas, solo necesitamos más “artistas” del cambio y más “apasionados” sin miedo.

La internet y los problemas ya están presentes...podemos tener la esperanza de solucionarlos también con la excelencia esa misa de Mozart.

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