Hace poco fui invitado como mentor por un grupo de emprendedores, querían que les compartiera algunas opiniones sobre los procesos en los que se encontraban inmersos.
A medida que todos compartían fue evidente que tenían problemas comunes.
Luego de un rato, la cuestión era más cercana a una sesión de “emprendedores anónimos”. Flotaba en el aire la sensación de tener todo en contra, la cultura, el sistema bancario, la legislación, las autoridades…en fin, daba la impresión que nadie quisiera que nacieran nuevas empresas.
Es claro que la creación de cualquier nuevo proyecto tiene dificultades, pero lo que compartían los emprendedores se parecía más a una versión de “el juego del calamar”.
Creo que es momento de decidir si queremos tener un ecosistema empresarial sólido. Necesitamos crear un ambiente que realmente impulse el nacimiento y la consolidación de nuevas empresas.
Crear esquemas que faciliten las gestiones y permisos, crear ventanillas únicas donde los emprendedores puedan cumplir de manera fácil con los requisitos locales y nacionales.
Contar con esquemas fáciles de seguir, para sacar licencias y cumplir requerimientos. Muchas veces la sensación que se tiene es que se desea “penalizar” a quienes se atrevieron a intentar un proyecto empresarial.
Muchas veces la tramitología está pensada más para alimentar un ecosistema de tramitadores y firmas que encarecen y complican gestiones que deberían ser más simples.
Si realmente tomamos la decisión de ser un país empresarial, debemos alinear el sistema educativo para que nos provea de investigadores que desarrollen las ideas que se convertirán en las empresas exitosas.
Si queremos empresas naciendo y consolidándose , necesitamos bancos con financiación diseñada para tal fin, creando productos complejos y adaptados a las necesidades de las nuevas empresas.
Necesitamos entes gubernamentales que quieran ver surgir esas empresas, y no que estén pensando en formas de apagarlas.
En fin, necesitamos ponernos serios y adaptar nuestras instituciones y ecosistemas…y en caso contrario, decidir de una vez por todas que no queremos nuevas empresas y dedicarnos a otra cosa, pero decidirnos por fin y actuar en consecuencia.